He vuelto, como si nada,
a una noche vagabunda
sin sus estrellas,
a buscar de madrugada
lo que día me secunda
en las botellas.
No hay bien que por mal no vaya
ni amor que cien besos dure
como al principio.
Si te alcanza esta metralla
no esperes que te cure
con mi ripio.
Qué dos calles desiguales
disputándose el tacón
de mi calzado.
Descubrí que en sus cristales
se refleja el corazón
junto al pecado.
Y amanece tu recuerdo
acechando mi deseo
en las aceras,
"¿llegaremos a un acuerdo?"
preguntó mi balanceo
a tus caderas.
Los acuerdos en movimiento tienen un final apoteósico.
ResponderEliminarUn beso.
Qué razón tienes Salomé.
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