martes, 22 de noviembre de 2011

Llega el invierno.

Llega el invierno y resurge la herida
que el verano ocultaba en su entusiasmo
y la muerte se cruza con la vida
y el amor se sustenta del orgasmo.

Me acecha el frío tras los cristales
donde trazo su nombre con mi aliento
oyendo de reojo las señales
que deja no muy lejos el lamento.

Un dolor que apuñala la sonrisa,
amargo, impotente, desconsolado,
aprendiz de la sangre de mis venas.

Y sin embargo, a pesar de la premisa,
necesito el calor que hallo a su lado
aunque sea el fuego de mis penas.