lunes, 31 de diciembre de 2012

En la última noche


Justo antes de que el año clausure
sé que tengo deseos por cumplir,
cuando el tiempo es como un breve elixir,
perderlo, sabe eterno mientras dure.

Soñé con crecer como los gigantes,
besar a casi todas las mujeres,
atracar por la espalda los placeres
y guardar las personas importantes.

Sin embargo, aún nos acecha el futuro,
igual que un polizón que no conoce
cómo será su próxima bandera.

No acostumbro a jurar, pero te juro,
que en la última noche del dos mil doce
me iré con la primera que me quiera.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Al final.


Al final el pasado apareció,
de tu boca, como la vez primera,
y el deseo dijo sí, pero no,
aún nos aguarda la primavera.

La esperanza es como una madame
que cobra el placer por adelantado,
no acostumbres pagar si no te dan
le enseñó tu virtud a mi pecado.

Dijimos ciao bambina, ciao ragazzo,
aguantando el tirón con la sonrisa
como un Montesco y una Capuleto.

Por guardar en el tiempo aquel abrazo,
me llevé tu perfume en la camisa
y lo escondí en los versos del soneto.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Otra vez IV.


Otra vez mazapán y chunda chunda
y el hedor del belén que se profana,
otra vez la esperanza se fecunda
con las sobras de la última semana.

Otra vez mil promesas de beodos
y besos a la vuelta de la esquina,
lo peor de querernos por los codos
es confundir amores con propina.

Otra vez este frío nauseabundo
que acecha detrás de los cristales
camuflado entre el vaho que te delata.

Y otra vez, en el último segundo,
escapar como viajan las postales
sin dejar un te quiero en la postdata.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Amigos y enemigos XI.


Bailamos sobre arenas movedizas
hincando las rodillas en el techo,
el pecado es un valor que se cotiza
si asumes el placer como derecho.

La verdad dura menos que una copa
y la noche se duerme con las ganas,
cuando la duda te bese a quemarropa
tira las preguntas por la ventana.

El invierno trae calores fugaces
que llenan reservados y rincones,
si te gusto, mejor que no me abraces,
dijo mientras volaban los tacones.

Doctorada en cremalleras verticales,
tus uñas sufren más que Sarajevo,
presumes de cazar entre animales
y todos saben quién hace de cebo.

Por aquí, yo presumo a mi manera,
sin embargo, sé menos que yo mismo,
aprendiz del color de mi bandera,
condenado a negar el aforismo.

Pero che, Quijotita de la “cancha”
que confundes enanos con molinos,
cuando la dignidad se olvida y mancha
Dulcineo se convierte en un pollino.

Lo mejor fue volverme a conocer,
desvelar los secretos del sumario,
matar la noche al amanecer
y lo feliz al sentirme solitario.