Exiliar la rutina y la conciencia,
comulgar con el pan de tu pecado,
navegar más allá de la existencia,
brindar con los fantasmas del pasado.
Aprender a perdonar lo imperdonable,
condenarme en el cielo de tu boca
por tener una esperanza razonable
y asumir que los sueños se equivocan.
Saciarme sólo con el infinito,
fusilar al Dios de la ignorancia,
encontrarte cuando más lo necesito.
Dejar el corazón en la frontera
sin miedo a recordarte en la distancia
y partir cuando suba la marea.
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