Al final el pasado
apareció,
de tu boca, como la vez primera,
y el deseo dijo sí, pero no,
aún nos aguarda la primavera.
La esperanza es como una madame
que cobra el placer por adelantado,
no acostumbres pagar si no te dan
le enseñó tu virtud a mi pecado.
Dijimos ciao bambina,
ciao ragazzo,
aguantando el tirón con la sonrisa
como un Montesco y una Capuleto.
Por guardar en el tiempo aquel abrazo,
me llevé tu perfume en la camisa
y lo escondí en los versos del soneto.
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