Tanto me has odiado por tus razones
y tanto soñaste con que acabara
que ahora parecemos dos peatones
que se cruzan sin mirarse a la cara.
No pretendo encontrar tu privilegio,
tampoco estar tachado en tu inventario.
No enseñan a olvidar en el colegio,
es algo que se aprende en solitario.
Lo peor es haber llegado a esto
perdiendo el corazón y la cabeza
con todo lo que habíamos perdido.
Pero tú sigue cobrándome el impuesto
a base de silencio y sutileza
que ya hablaremos como es debido.
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