Hemos vuelto a las andadas. A aquellas
que tratan de acecharnos en cualquier
escalera y no dejar de beber
hasta desangrar todas las botellas.
Y mareados, tumbarnos en el piso,
desvalijar su espalda con mi boca
y ver como el sudor se equivoca
recorriéndonos beodo e indeciso.
Aquí de nada sirven las promesas
ni vendrá el amor con sus empresas
buscando en el mañana compañía.
Volvimos a curarnos esa herida,
ésa, que sólo conoce el suicida
que amó a un corazón que no tenía.
joder! esta noche me ha pasado con alguien exactamente lo que describes, me he quedado boquiabierta al leerlo, de hecho aún no he cerrado la boca...
ResponderEliminarprecioso... gracias a ariana entré en tu blog.
ResponderEliminarGenial, combinar el rigor métrico con la flexibilidad expresiva de esta manera... me ha encantado :)
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