La suerte pasó de largo
en el último tranvía
del exilio,
y quedó un sabor amargo
como única compañía
y domicilio.
-La huída es un espejismo,
la libertad está en ti mismo-
dijo el espejo.
Conformado me engañaba
y con odio derrapaba
mi reflejo.
Cuando se impone el vacío
nada se convierte en todo
y viceversa;
y morir, un albedrío
si la vida de algún modo
se dispersa.
Los recuerdos se van yendo
y el presente es un estruendo
de silencio.
Maldita sea la sombra
que se ríe, que me nombra,
que presencio.
Sin embargo, aquí estoy
viviendo el mañana hoy
de prestado.
Sin embargo, aún respiro
en el aire que suspiro
mi pasado.
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