lunes, 6 de septiembre de 2010

Quemando cada día.

Regalo mil sueños en una noche
robando al trovador su juglaría,
besar es la moneda del derroche
para sobornar la melancolía.

No hay copa de ron que se resista
ni boca en que no apueste doble o nada,
lo peor es volver por la autopista
que conduce a una vida relajada.

Yo veo primaveras en invierno
y fuerzo el candado y la cadena
si me niegan un chispazo de alegría.

Cuando llegue el momento de lo eterno
no pienso morir culpa de la pena
por no haber quemado cada día.

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